¿Estás siguiendo una dieta milagro? ¿Conoces a alguien que lo haga? Estoy segura de que es así. Las estadísticas no mienten. Según algunos expertos, más de 45 millones de personas al año empiezan alguna dieta. ¡Y lo más sorprendente es la inmensa cantidad de dinero que se gasta en productos de pérdida de peso!
Quizás sea hora de que pongamos un fin a las dietas milagro, o al menos fin al paradigma de “comer menos y moverse más” que gobierna a la industria de la pérdida de peso. Si eso funcionara, ¿no le habría funcionado a más gente? Sin embargo, la obesidad y la falta de satisfacción con la imagen propia parecen aumentar, y cada día aparecen más y más productos para perder peso.
Si tienes ganas de perder peso, antes de que empieces otra dieta, piensa en estas cuatro razones para que las dietas no funcionen.
Las dietas son restrictivas
Todas las dietas siguen algún método de restricción. Mientras que diferentes programas utilizan diferentes métodos, el concepto sigue siendo el mismo: quitas o limitas algo de tu consumo alimenticio.
Vamos a ponernos un poquito científicos. Toda la comida que consumimos entra en tres grupos de macronutrientes: proteína, grasa y carbohidratos. Y como ya sabrás, cada gramo de macronutriente tiene un perfil calórico específico. Un gramo de proteína son 4 calorías al igual que un gramo de carbohidratos, y un gramo de grasa son 9.
Cuando le eches un vistazo a tu próxima dieta, mira las recomendaciones calóricas y de consumo de macronutrientes. Habrá control o manipulación de estos factores. Reducirás calorías gracias a la manipulación de macronutrientes. ¿Recuerdas la dieta Atkins? Ese plan de comida utilizaba un incremento de proteína y una reducción de carbohidrtatos para producir un estado ketogénico y así una pérdida de peso. Se siguen utilizando varias versiones de la dieta Atkins, por controvertidos que resulten. Sin embargo, la pérdida de peso conseguida con estos métodos no es sostenible en el tiempo. El efecto rebote suele ocurrir por la sobre-restricción de carbohidratos y la necesidad que tiene nuestro cuerpo de las vitaminas, minerales y fibra que sólo se encuentra en los carbohidratos complejos.
Otros programas de dieta utilizan un modelo de restricción calórico con herramientas como puntos o contadores de calorías para reducir tu consumición total de calorías a un punto más bajo de lo que realmente necesita tu cuerpo, provocando la quema de la grasa almacenada para obtener energía. Esto se define como termogénesis y es el protocolo más común para la pérdida de peso hoy en día. Sin embargo hay un problema inherente, y es que la termogénesis restringe el consumo de grasa al tener ésta el mayor número de calorías entre los macronutrientes. El consumo de grasas está penado porque puede llevar tu consumo de calorías rápidamente arriba de tu límite diario.
La Psicología de la Alimentación Dinámica nos muestra que la restricción de comida, especialmente las que disfrutas, creará una reacción de estrés en tu cuerpo. Cuando diseñas tus comidas basándote sólo en calorías y macronutrientes, se pierde algo. Tu comida puede ser nutricionalmente perfecta, pero la parte del disfrute se pierde. Te sientes vacía y deprivada, y recurres a tu fuerza de voluntad para seguir con otro día de dieta más.
Lo que nos lleva al siguiente punto.
Las dietas no funcionan a largo plazo
¿Por qué tanta gente a lo largo y ancho del mundo se ponen a hacer dieta este año? Si las dietas fueran exitosas, cogeríamos una, perderíamos peso, aprenderíamos qué funciona para nuestros cuerpos y nunca volveríamos a necesitarlas. Pero algunos programas de dieta ¡tienen membresía de por vida! Aquí falla algo.
Cuando explores programas de dieta, pregúntate esto. “¿Qué porcentaje de usuarios ha obtenido una pérdida de peso sostenible en el tiempo y una mejor calidad de vida?”. Ahondemos en el asunto. En el tiempo significa dos años después de la dieta. Sostenible significa que el plan pudo ser continuado sin estrés innecesario y que los usuarios podían incorporar los cambios a sus rutinas diarias y seguir el régimen hasta que se perdiera el peso. La calidad de vida, en este caso, se define como mejoras físicas y mentales. ¿Son más felices y sanos dos años después, como resultado de este programa?
Algunos expertos afirman que el 98% de los que siguen una dieta recuperarán el peso en menos de dos años. Por desgracia, la mayoría de las dietas no se preocupan de la calidad de vida. La meta es sólo la pérdida de peso. Fíjate en amigos y colegas que hayan perdido peso y mira cómo ven la vida. La mayoría que pierden peso a largo plazo lo hacen con gran coste. Tienen miedo de recuperar el peso, viven en un entorno restrictivo que les impide experimentar placeres espontáneos con comida o ejercicio.
Mientras que las dietas pueden funcionar perfectamente a corto plazo, es fácil ver por qué no siguen haciéndolo. Restringir tus calorías e incrementar tu actividad física te hace perder unos cuantos kilos. Esto puede servir como motivación que te haga funcionar hasta que te das contra el muro. Ya que el cuerpo humano es tan adaptable, hacer ejercicio de más o reducir calorías en demasía hace que tu cuerpo reaccione reduciendo tu metabolismo. En resumen, tu cuerpo guardará las reservas de grasa para mantenerse vivo en un posible estado de hambruna. Para perder más peso necesitarás cortar más calorías y hacer más ejercicio. Este es el círculo vicioso que causan la mayoría de las dietas, y el motivo de que la gente no las siga. Estamos hechos para buscar placer y evitar el dolor. Este estado de estrés constante es doloroso, así que para buscar el placer buscas los mismos alimentos que te habías quitado. Esto te hace recuperar el peso que perdiste, con intereses.
Las dietas siguen un modelo de tallaje único
Cada mes encontrarás un nuevo bestseller sobre dietas o quizás un anuncio que te prometa perder el peso. De nuevo, pregúntate. ¿Para quién funciona esto? Quizás la creadora del programa tuvo algún éxito con su propio cuerpo, o trabajó con gente que lo consiguió.
No comparten las historias fallidas, ¿y para qué? Por cada persona que tiene éxito, habitualmente hay nueve que no. Nuestra forma de comer y de vivir afectan más a nuestro cuerpo y nuestro peso que el número y el tipo de calorías que consumimos. Las dietas no tienen en cuenta nuestras circunstancias, nuestra historia y nuestra individualidad.
Encontrar tus necesidades metabólicas requerirá de experimentación y examinación de tu personalidad, genética, estilo de vida, tipo de cuerpo, relaciones y mucho más. Recuerda que esa dieta es 100% perfecta para alguien, pero seguramente ese alguien no seas tú.
Las dietas minan tu confianza
La mayoría de dietas tienen un elemento de menos: la confianza. Es decir, la confianza en ti misma. Las dietas necesitan que confíes mucho en ellas o en su programa. Debes de dejar tu orgullo y tu confianza en manos de alguien que supuestamente es un experto. La dieta dictará qué comes, cuánto comes, cuándo comes, qué ejercicio hacer y cuándo, y te dirá hasta cuánto peso tienes que perder por semana.
Esta es otra de las grandes razones por las que las dietas no funcionan, ya que a nadie le gusta que le digan qué hacer. Al principio nos apuntamos de cabeza, pero no hace falta mucho para que nuestra niña interior diga ¡ya basta! y nos guíe hacia el frigorífico.
Nos falta confianza en nosotras mismas y en nuestra capacidad para darnos cuenta de lo que necesitamos. Queremos respuestas ya, decimos ¡una solución quiero!. Le damos nuestro dinero y nuestro tiempo a algo que seguramente no funciona, y somos nosotras las que nos sentimos como fracasadas. En vez de gastar tu energía dándole fuerza a otra dieta, intenta creer en ti misma y tu propia habilidad de escuchar a tu cuerpo para descubrir qué alimento necesitas.
Te invitamos a que sigas una dieta muy especial. Una dieta que incluye más placer, más respiros, más nutrición, más placer con la comida. Una dieta diseñada completamente por ti con ayuda de tu nutricionista. Confiamos en ti.
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